Impulsados por la revolución industrial de los siglos 18 y 19, cientos de países y sus grandes ciudades vivieron transformaciones significativas en áreas como la agricultura, la manufactura, la tecnología y el transporte. En este último sector se dieron los primeros pasos hacia la creación y desarrollo de una infraestructura que contemplara canales de navegación, autopistas y vías férreas.
El siglo 20 dio paso a innovaciones como la motorización masiva y el transporte público que coadyuvaron a la modernización de la sociedad y sus urbes pero que también colaboraron con la congestión elevada que actualmente sufren la mayoría de estas metrópolis, además de una serie de problemas colaterales que abarcan desde la contaminación, la degradación de las comunidades hasta las disfunciones sociales relacionadas con el tráfico.
El siglo 20 dio paso a innovaciones como la motorización masiva y el transporte público que coadyuvaron a la modernización de la sociedad y sus urbes pero que también colaboraron con la congestión elevada que actualmente sufren la mayoría de estas metrópolis, además de una serie de problemas colaterales que abarcan desde la contaminación, la degradación de las comunidades hasta las disfunciones sociales relacionadas con el tráfico.
La movilidad es una necesidad fundamental del ser humano y los servicios de transporte público responden a ésta con muchas deficiencias.
La continuidad de los modelos actuales de los sistemas de transporte es insostenible y es por ello que desde hace unos años, expertos en la materia insisten en que se debe concebir una nueva perspectiva de transporte y movilidad que incluya la coordinación de todas las partes implicadas para así encontrar un punto de equilibrio entre el transporte público y el individual que considere las variables económicas, medioambientales y sociales de cada ciudad.
La automatización del sistema de transporte es una obligación y un reto complejo que los gobiernos deben estudiar y aplicar en pro de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.